sábado, 8 de noviembre de 2014

COLUMNA

Enojado y cansado
Julián Parra Ibarra
Desde que inició la conferencia el rostro desencajado del Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam lucía descompuesto, estaba enojado; y trato de hacer creer que su irritación era por la reunión ‘muy dolorosa’ que acababa de tener con los padres de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Su sensible piel se puso todavía más delgada cuando inició la fase de las preguntas de los periodistas, nacionales y extranjeros.  


En dos o tres momentos dejó entrever el motivo de su enojo: tenía 24 horas trabajando en el asunto, y casi al final lo dijo como si estuviera en medio de una fiesta y quisiera robarse la sonrisa y los aplausos de sus contertulios: ya me cansé. ¿Ya se cansó? ¿De qué? Su cansancio, su enojo, su irritación es porque lo tienen trabajando, y eso parece ser que no es lo suyo, lo suyo.
¿Tendrá Murillo Karam alguna remotísima idea del cansancio, del dolor, de la irritación, de la impotencia, del coraje, de la frustración, del encabronamiento que desde hace 33 días acompaña día y noche, las 24 horas de cada uno de esos 33 interminables días, a los padres de esos 43 jóvenes estudiantes?
La insensibilidad del Procurador al hablar de los avances de la investigación, con una expresión y discurso como si de chatarra se tratara, de reses o de bultos de papas, pero además sin comprometerse con las familias ni con la sociedad mexicana entera que ha estado permanentemente al pendiente del desarrollo de las investigaciones, e irritada con la falta de resultados, ofreciendo verdades a medias.
Es decir que después de todo lo que presentó en fotos y en videos como si fuese conductor de noticieros televisivos, le llevaron a decir que ‘hay indicios’ de que las personas que fueron incineradas en el basurero de Cocula, Guerrero, pero que ‘responsablemente’ como debe corresponder a la autoridad, no lo puede dar por cierto hasta que no se compruebe ‘científicamente’ –como piden los padres de los estudiantes- lo que todo apunta que sucedió: que los cuerpos de los normalistas fueron incinerados, unos ya muertos, pero otros todavía vivos según las narraciones de dos de los tres detenidos que Murillo Karam presentó en video, narrando con lujo de detalles el desarrollo de los hechos de la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre. Puede ser que la realidad sea como la trata de pintar el Procurador, pero la percepción –y ya sabe usted que la mayoría de las veces la percepción es más contundente que la realidad- no sólo de los padres y familiares de los normalistas de Ayotzinapa, sino la de toda la sociedad mexicana, es muy distinta, y distante de las que pretenden ser vendidas como verdades por las versiones oficiales, y tras la conferencia de ayer lo que se generó fueron muchas, muchísimas más preguntas y dudas que respuestas. Una parte esencial de los manuales para el manejo de situaciones de crisis, es que no se debe dejar correr mucho tiempo antes de que alguien con suficiente calidad moral, salga a dar la cara y enfrentar la situación por terrible y complicada que esta sea, y eso es lo único que las autoridades de los tres niveles de gobierno no hicieron. La primera impresión es que le apostaron al juego practicado en nuestro país desde épocas ancestrales: el olvido. Dejar correr el tiempo en espera de que éste haga su parte para provocar el desgaste, que termine por arrojar los hechos –y quizá los cuerpos- al cesto de los olvidos. Sólo que este país, lo crean o no los gobernantes de los diferentes niveles, está cambiando. Quizá no al ritmo que uno quisiera, pero este país parece que está empezando a despertar. No es el tiempo y el olvido los combustibles de estos momentos, sino el hartazgo, el cansancio, la impunidad, las complicidades, la corrupción, el compadrazgo, los entretelones de ‘arriba’, donde se mezclan –y muchas veces se confunden- integrantes del mundo político, empresarial, delincuencial, los poderes fácticos, el narco, los secuestradores, los asesinos. No todos por fortuna, hay excepciones, pero en ese saco están metidos la gran mayoría. Las movilizaciones que lejos de ir amainando se han incrementado, en número, en asistentes, en sus consignas, en periodicidad, en todo el territorio nacional, nos advierte que entre los jóvenes, entre los estudiantes de todo el país, ha germinado y está empezando a arrojar frutos, la semilla del cambio, cansados de la postración a que ha estado sometido México –y con él por supuesto la inmensa mayoría de los mexicanos-, por la violencia del crimen organizado sí, pero también por la indiferencia, la connivencia, la complicidad de autoridades de todos los niveles. Con todo y lo que salió a decir Murillo Karam ¿ya se acabó el asunto Ayotzinapa? Hay que dudarlo, y aunque me parece que si la irritación social no es contenida de manera inteligente esto se puede salir de control, pero creo que el tiempo transcurrido desde el día de los hechos, la intentona de apostarle al desgaste y a la poca memoria que solemos tener los mexicanos, esto más que terminar, apenas estará empezando. ¿Los estudiantes de este país, los mexicanos todos, así como la solidaridad mostrada por estudiantes y las comunidades internacionales de diversas partes del mundo –que han sido caja de resonancia en la que se ha pedido la renuncia al propio Presidente de la República-, quedarán conformes con lo que salió a decir Murillo Karam? Siento decir que no, que quizá lo más intenso está por venir. ¿La gente creerá que los resultados dados por Jesús Murillo son porque apenas han sido arrojados por las investigaciones?  La gente –piensa mal y acertarás-, considera y tiene la percepción de que más bien es consecuencia de que los medios internacionales, sobre todo los norteamericanos que tanto ponderaron que la llegada de Peña Nieto a Los Pinos era el inicio del ‘Mexican moment’, dejaron de creer en el ‘presidente reformador’ y lo bajaron del pedestal en que lo tenían. Muchos creen que la ‘caída’ de Peña Nieto de 23 escalones en la lista de los ‘Hombres más Poderosos del Mundo’ de la revista Forbes, porque se han despertado serias dudas sobre la capacidad del actual gobierno mexicano para enfrentar los problemas de inseguridad y violencia en el país, habrían sido lo que motivó a que se saliera a los medios a dar la conferencia que encabezó Murillo Karam, tras la que más que soluciones, lo único que trajo fue más irritación. Si el Procurador estaba enojado porque lo tienen trabajando, si sabía que su intolerancia no le iba a permitir responder las preguntas de los periodistas, a los que les ofreció sus respuestas con un enojo tal que pareciera que fueran éstos los que secuestraron, desaparecieron y eventualmente asesinaron a los normalistas, mejor hubiera mandado a otra persona a hacer frente al problema. Quizá sea tiempo de relevarlo.
laotraplana@gmail.com                    Twitter: @JulianParraIba

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