COLUMNA

 Los maestros y la delgada cuerda floja

Rubén Olvera Marines

Por muchos años, los maestros, sobre todo los pertenecientes al otrora poderoso SNTE, caminaron en tierra firme, a través de un amplio y limpio sendero. Cuando fue necesario subir a la 'cuerda floja', lo hacían con la confianza de contar con una sólida red de protección que responde al nombre de Elba Esther Gordillo. Hasta hace poco, el 15 de mayo resultaba en una auténtica celebración, majestuosa y onerosa. Era el día del SNTE, de Elba. 

Los gobernadores competían para que “La Maestra” seleccionara a sus entidades como sedes del evento. “Donde quiera y como diga 'La Maestra'”, se le escuchó decir a un Presidente de la República, al de las botas. Pocos maestros, incluyendo a sus dirigentes, reflexionaban sobre su futuro ante un hipotético nuevo escenario educativo. Durante el acto del 15 de mayo, organizado por el gobierno en turno, y mientras esperaban el banquete que incluía una atractiva rifa de autos, los maestros discutían cómo agenciarse una comisión sindical o sobre las camionetas Hummer que Elba obsequiara a las secciones sindicales. En aquellos tiempos, los temas como la evaluación o el examen para ingresar al sistema, resultaban, por decirlo de alguna forma, triviales, más del ámbito académico, alejados de una realidad educativa controlada en su totalidad por el propio sindicato magisterial. De pronto, llegó la reforma, “La Maestra” se “ausentó”, la figura del maestro comisionado desapareció, los recursos se limitaron y, por si fuera poco, la sociedad civil inició una fuerte presión para que los maestros y las escuelas mejoren sus resultados. En poco tiempo, el escenario menos probable, se materializó. Los docentes que en el pasado aguardaban ansiosos el intermedio musical que amenizaba a los magnos eventos del Día del Maestro, han dejado atrás el jolgorio. No queda de otra, las circunstancias actuales exigen aprovechar este 15 de mayo y los sucesivos, para discutir temas sustantivos de su labor docente. En estos días he tenido la oportunidad de escuchar a varios maestros normalistas, de esos luchadores que se desempeñan frente a grupo, algunos en comunidades rurales. Como nunca, están ciertamente preocupados al ver cómo se han venido dando algunos sucesos en torno a la reforma educativa.  En tanto algunos de sus líderes sindicales están más preocupados por el próximo proceso electoral y por los resultados que obtenga el Panal, ellos, en cambio, manifiestan su preocupación respecto a la considerable reducción en la demanda de ingreso en las escuelas normales; les inquieta que no se tenga una respuesta precisa a qué hacer con los maestros señalados como “no idóneos” por el nuevo Servicio Profesional Docente; les preocupa que, a la fecha, no se esté considerado un nuevo sistema de formación y actualización, que incluya el fortalecimiento de las escuelas normales y la Universidad Pedagógica; les incomoda que se les señale como los únicos culpables de los bajos lugares que generalmente ocupa México en las pruebas educativas internacionales. 

Los maestros, estoy seguro, tienen bastante claro que su trabajo es una parte decisiva para mejorar la educación. Saben que los extraordinarios resultados educativos de países como Finlandia, se asocian con la existencia de educadores que reciben una formación de calidad y que además se encuentran altamente motivados para ejercer su profesión. No obstante, en un estudio presentado a mediados del mes de mayo por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, seis de cada 10 maestros señalaron que “no tienen incentivos para participar en actividades de desarrollo profesional y que no sienten el apoyo del empleador”. Tal vez por ello, muchos docentes preferirían que las celebraciones del 15 de mayo, estuvieran acompañadas, más que de banquetes y regalos, por el anuncio de programas concretos que les proporcionen una red de protección y un balancín de equilibrio al momento de cruzar la 'delgada cuerda' de la reforma educativa.
Su Opinión: olveraruben@hotmail.com