Artabán el cuarto Rey Mago
En las sagradas
escrituras, nos mencionan que estos reyes llegaron cargados con oro,
incienso y mirra, para el niño que había nacido, el niño Jesús. Pero pocos saben la verdadera historia,
que en realidad eran cuatro los reyes magos que debían llegar a belén pero,
¿Pero qué paso con el cuarto rey mago?.
Su historia se encuentra en algunos textos antiguos, ARTABAN… junto con
Melchor, Gaspar y Baltasar, habían hecho planes para reunirse en Borssipa
una ciudad antigua de Mesopotamia desde donde iniciarían el viaje para adorar
al Mesías. El cuarto rey llevaba consigo gran cantidad de piedras preciosas
para ofrecérselas a Jesús, paro cuando viajaba hacia el punto de reunión,
encontró a un anciano enfermo, cansado y sin dinero Artaban se vio envuelto en
un dilema ayudar a este hombre o continuar su camino para reunirse con los
otros reyes. De quedarse con el anciano, seguro perdería el tiempo y los otros
reyes lo abandonarían siguiendo su camino. Obedeciendo a su noble corazón,
decidió ayudar a aquel anciano. Decidido a cumplir su misión, emprendió su
camino sin descansar
hasta belén, pero cuál fue su sorpresa el niño ya había nacido, y sus padres José
y María habían huido rumbo a Egipto, escapando de la matanza que había
ordenado Herodes.
Artaban emprendió su viaje siguiendo los pasos del
nazareno, pero por donde el pasaba, la gente le pedía ayuda y el, atendiendo
siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el cargamento de
piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio en su andar,
Artaban se preguntaba: ¿qué podía hacer si la gente le pedía ayuda? ¿Cómo
podría ayudar a quien lo necesitaba?. Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús ayudaba a toda
la gente que se lo pedía, treinta y tres años después el viejo y cansado
Artaban llego al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que decían
era el Mesías enviado por Dios para salvar al mundo. Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregar la joya pese a
cualquier cosa, justo en el momento
frente a él se apareció una mujer que era llevada a la plaza para venderla como
esclava y pagar la deuda de su padre, Artaban entrego la piedra preciosa a
cambio de su libertad.
Triste y desconsolado se sentó junto al pórtico de una vieja casa y en ese
momento la tierra tembló y una piedra golpeo su cabeza, moribundo y con sus
últimas fuerzas, el cuarto rey imploro perdón por no haber cumplido su misión
de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escucho con fuerza:
tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y
me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me
liberaste, Artaban, agotado preguntó ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el
momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: todo lo que hiciste por los
demás lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos.
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