A la báscula
Caja de cristal
Julián Parra Ibarra
Después del año intensamente
convulso en que se convirtió nuestro país sobre todo en su tercio final, la
enseñanza que a muchos debió dejarnos es que hoy poco, muy poco de lo que se
haga o deje de hacer en los gobiernos de cualquier nivel, en los entes públicos
y aún en los medios de comunicación puede permanecer oculto o lejos del alcance
del escrutinio de la sociedad. Hechos que en otros tiempos parecían como
simples, que se consideraban comunes y que formaban parte de los ‘usos y
costumbres’ en nuestro país, a los que estábamos ‘acostumbrados’ sin que nadie
dijera nada y eran considerados ‘normales’, con la explosión y exposición a
través de las redes sociales, capaces de convocar en minutos a cientos o miles
de personas, todo eso ha quedado fuera de la normalidad. En este como en muchos países latinoamericanos era ‘normal’ que el Ejército
violara y pisoteara los derechos humanos de cualquiera, e incluso que
desapareciera sin dejar rastro y de la manera más impune durante muchos años
por cuestiones políticas, étnicas y hasta religiosas; y más recientemente con
el pretexto de la ‘Guerra contra el narco’ inaugurada durante el sexenio
calderonista. Lo mismo sucedía con las corporaciones policiacas de los tres niveles.
Era completamente ‘normal’ que los gobernantes y/o funcionarios se
enriquecieran de manera escandalosamente grosera y ofensiva sin que nadie se
atreviera a cuestionarlos. Sólo por mencionar un par de casos habría que
recordar a los tristemente célebres ‘Negro’ Durazo o Raúl Salinas de Gortari.Antes era completamente ‘normal’ que al término de sus mandatos, presidentes, gobernadores, presidentes municipales, senadores y diputados federales y locales, terminaran sus periodos de gestión con una inmensa cantidad de bienes muebles e inmuebles, autos, joyas y cuentas bancarias entre sus haberes. Sin embargo hoy las redes sociales han sido el vehículo más efectivo para convocar a movilizaciones sociales, en instantes son capaces de atraer a cientos o miles de personas en concentraciones físicas en algún sitio en específico, o bien pueden desplegar movilizaciones o desarrollo de campañas para manifestarse en favor o en contra de cualquier tema a través del Internet. Hoy, a través de las redes se puede lograr la destitución de un director de la Profeco -¿Recuerdan el caso de la #ladyprofeco?, o bien puede provocar la renuncia de un alto funcionario del Infonavit por las fotos en las que real -o imaginariamente como él intentó hacerlo parecer-, luce un auto Porche aparentemente entregado como regalo navideño a su hijo. Hoy las redes sociales son capaces de crear movimientos como el del #Yosoy132, o como el de #Yabasta, el de #Ayotzinapa, el #YameCanse del procurador Murillo Karam, o mostrar la irritación de la gente por el affaire de la llamada Casa Blanca del Presidente y su esposa. Los más recientes, que han provocado una oleada de ciudadanos que piden incluso la renuncia de Peña Nieto. Por ello, no se entiende que todavía haya funcionarios federales, así como gobernantes estatales y municipales que quieran seguir manejando su estado o municipio al más puro estilo de ‘La dictadura perfecta’, que creen que este país sigue siendo el mismo y que pueden seguir jugando el dedo en la boca a los ciudadanos, hacer y deshacer sin rendir cuentas a nadie, que piensan que los ciudadanos son sus empleados y no sus patrones, que pueden seguirlos pisoteando sin que nadie proteste y al que se atreva a hacerlo llegar hasta a aplicarle la ley del plomo con total impunidad sin que nadie tenga el derecho a levantar la voz ni la mirada. Este país, este México ya cambió, me parece que el año que recién terminó fue el del punto de quiebre, en el que la sociedad hoy más que nunca está vigilante del quehacer de los gobernantes, de los funcionarios públicos e, insisto, hasta de los medios de comunicación; y esta sociedad es implacable en sus juicios, cuestiona, exige, es dura y más madura sabe cómo y qué pedir, ya aprendió a castigar a través de las redes y no se espante si ya lo hace también en las urnas.
En el México de hoy, acciones que parecieran ser ‘normales’ o pequeñeces, pueden detonar cualquier tipo de reacciones y provocar la caída, destitución y hasta el encarcelamiento de gobernantes o funcionarios. Por ello, no se entiende cómo en muchos gobiernos siguen prevaleciendo prácticas tan nefastas, por corruptas, como la del cobro del diezmo para la asignación de obras o contratos de servicios. O la asignación de estos por compadrazgo gobiernos municipales, de universidades, a particulares por simple amiguismo o por conveniencias de diversos tipos.
Por ello no se comprende cómo hay gobiernos que además del diezmo pedido a constructores y contratistas de obras o servicios, les ‘tumben’ desde el 20 hasta el 70 por ciento del valor de los contratos para ‘sacarles’ sus pagos, para asegurarse con ello su ‘bono de marcha’ sin que este aparezca visible encima de la mesa.
Aquellos que piensan que este país sigue siendo el mismo y que los gobernantes tienen patente de corso para hacer y deshacer no saben –o no quieren entender-, que hoy la acción más sencilla aparentemente inofensiva, o hasta una declaración que resulte desafortunada ante la sociedad, puede provocar reacciones insospechadas a través de las redes. Por ello como dicen en el pueblo, lo mejor es irse ‘derechitos como los soldaditos’. Hoy toda la cosa pública está metida en una caja de cristal, expuesta a la vista de todos y susceptible del escrutinio de la sociedad, hasta del ciudadano más humilde. Todos, tienen la misma oportunidad, el mismo derecho y la misma capacidad de expresarse. El inicio del despertar de los mexicanos, sobre todo durante el último tercio del año pasado seguramente no habrá terminado ahí, y lo veremos a lo largo de este naciente 2015 y no dude pero ni tantito, que ese enojo y esa irritación sea llevada y aplicada en las urnas en este 2015 que es año electoral, y en el que además de la intermedia federal, habrá elecciones locales en 16 Estados y el Distrito Federal, en las que estarán en juego además de las 500 curules federales, seis gubernaturas, 903 alcaldías y 639 diputaciones locales. Políticamente 2015 no parece que vaya a ser tan sencillo. Ya veremos cómo se va desarrollando, particularmente en su primera parte.
laotraplana@gmail.com Twitter@JulianParraIba
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