lunes, 18 de agosto de 2014

COLUMNA



Según señaló Adolfo López Mateos: Traición a la patria y permiso para eximir, a los mexicanos, de obediencia a gobernantes que entreguen recursos del país a los extranjeros‏
Augusto Hugo Peña D.
López Mateos lo dijo hace 54 años: “Mexicanos, no se confíen porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país, por medios sutiles intentarán de nuevo entregar el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros.” Muchos de esos malos mexicanos, traidores a la patria, entonces apenas eran unos niños. ¡Qué visión! 

 Hace 54 años Adolfo López Mateos sabía que en el país había traidores a la patria; probablemente no tantos como ahora, pero por ello, para entender este fenómeno, expongo un extracto del discurso de López Mateos del 27 de septiembre de 1960 por motivo de la nacionalización de la industria eléctrica que decretó ese día. Dijo: “Pueblo de México: Les devuelvo la energía eléctrica que es de exclusiva propiedad de la nación, pero no se confíen porque en años futuros algunos malos mexicanos, identificados con las peores causas del país, por medios sutiles intentarán de nuevo entregar el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros. Ni un paso atrás, fue la consigna de Don Lázaro Cárdenas del Río, al nacionalizar nuestro petróleo.” “Hoy le tocó por fortuna a la energía eléctrica. Pueblo de México, los dispenso de toda obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros recursos energéticos a intereses ajenos a la Nación que conformamos. Una cosa obvia es que México requiere de varios años de evolución tecnológica y una eficiencia administrativa para lograr nuestra independencia energética y afirmar que México no requiere de la capacitación tecnológica en materia eléctrica y petrolera. Pero para ello ningún extranjero necesita convertirse en accionista de las empresas públicas para apoyarnos. Solo un traidor entrega su país a los extranjeros; los mexicanos podemos hacer todo mejor que cualquier país.” “Cuando un gobernante extranjero me pregunta si hay posibilidad de entrar al negocio de los energéticos, les respondo que apenas estamos independizándonos de las invasiones extranjeras que nos vaciaron el país. Pero en tanto los mexicanos sí queremos invertir en el petróleo americano y en su producción de energía eléctrica, por si quieren un socio extranjero. En México la Constitución es muy clara: los recursos energéticos y los yacimientos petroleros son a perpetuidad propiedad única y exclusiva del pueblo de México. El resto de las especulaciones al respecto son traición a la patria. Industrializar el país no implica una subasta pública de nuestros recursos naturales, ni de la entrega indiscriminada del patrimonio de la patria. ”Cuando Pedro Joaquín Coldwell y Emilio Chuayffet Chemor, secretarios de energía y de educación, eran unos niños, no se imaginaban que López Mateos ya los estaba tildando de malos mexicanos y de traidores a la patria; es probable que aún ahora, en agosto del 2014, ambos funcionarios públicos, no se percaten de la gravedad de sus actos por una razón: son hijos de extranjeros, y ello, constitucionalmente no los exime de un comportamiento patriótico y nacionalista, pero su condición y talante de hijos de extranjeros, no les permite visualizar y entender el patriotismo. Sé de qué estoy hablando: duré 48 años casado con una hija de extranjero y sé lo que digo. Quienes nos gobiernan desde Washington saben que los hijos de extranjeros no cultivan los escrúpulos nacionales del país donde nacieron, conservan por una y a veces, dos o tres generaciones, esa carencia nacionalista. Por ello en el gabinete de Peña Nieto, Washington impuso de secretarios a hijos de extranjeros y preferentemente que sean deshonestos, como lo han sido históricamente, Pedro Joaquín Coldwell y Emilio Chuayffet Chemor. Ambos para mi gusto, son traidores a la patria –no los únicos, porque hay dentro del gabinete de Peña Nieto y para aventar para arriba- ellos no se percatan de esto porque su condición de hijos de libaneses no les permite sentirlo y valorarlo, sin embargo, no son estúpidos y lo saben, pero su otra condición, la de la falta de honestidad, les permite: a uno, enajenar con extranjeros nuestros energéticos y al otro, modificar nuestros libros de texto para hacer del mexicano un sirviente, robot masificado al servicio de los patrones mexicanos y extranjeros. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?


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