martes, 3 de diciembre de 2013

Más de 20 millones de pesos se dilapidaron en la seguridad de Simón Peres en la Feria del Libro

 Augusto Hugo Peña D.

A pesar del intento de legitimar al régimen sionista, el escritor David Grossman lo contradijo

Con un gasto superior a los veinte millones de pesos, La FIL (Feria Internacional del Libro de Guadalajara) se vio ensombrecida con la presencia de un sujeto que de criminal genocida, pasó a ser premio Nobel de la paz, y posteriormente presidente de Israel, de un país artificialmente erigido por sobre las vidas, la cultura y las tierras del pueblo palestino; un país judío, aquel, que durante más de 66 años no ha podido demostrar a la internacionalidad ni una pizca de decencia ni respeto a las reglas y normas establecidas en la ONU, tanto por los mandatos, condenas y señalamientos acusatorios por la Asamblea General, como por el Consejo de Seguridad de la propia Organización de las Naciones Unidas; un país que bien pudiésemos considerarlo paria de la humanidad y error histórico de la política internacional, porque a pesar de todas las condenas de La ONU, vetadas por EEUU y la judería estadounidense del ala más racista de la humanidad, denominada AIPAC, día a día, los judíos persisten en la exterminación del pueblo palestino. Simón Peres tuvo en México muchas entrevistas, una con Peña Nieto, otras con el senado de la república, con Carlos Slim, y seguramente con miembros de la comunidad judía de México. Su viaje fue financiado por los fabricantes de armas estadounidenses con asiento en Israel y con los que las distribuyen en México, hay voces que aseguran que Jaime Camil Garza y los dueños de Aeromar son unos de ellos. También lo entrevistó Jacobo Zabludovsky y hasta Adela Micha; al parecer todo mundo estaba rete contento porque pronunció de viva voz, ante nosotros los humildes mexicanos, tres de sus más famosas frases sacadas de su “sabiduría” acumulada en casi 90 años, éstas son… 1.- “El futuro no es de los jóvenes, el presente lo es” 2.- “México está pasando de la era de la tierra a la de la ciencia, y el presidente Peña Nieto va que vuela para llevar al pueblo de México a nuevas alturas” y 3.- “El antisemitismo es una enfermedad que no tiene futuro”.
Tanta sabiduría me abruma, como lo diría el poeta de Güemez, primero, si la frase 1.-, fuese cierta y haya sido dicha con sinceridad, ¿qué hace Simón Peres de presidente de Israel con sus casi 90 años? La 2.- México no está pasando de la era de la tierra a la de la ciencia; tenemos doscientos años luchando contra opresores externos, políticos ineptos y corruptos, oligarcas y plutócratas y aún no podemos quitarnos su pie de nuestro cuello ni su carga de nuestros lomos, pero para allá vamos, y la única Ciencia que debemos aprender, por lo pronto, es la de la política, de ahí derivarán las otras. Y 3.- El antisemitismo no es una enfermedad, es una mala costumbre, es racismo, equiparable con el sionismo, el fascismo y tantos ismos que se dan principalmente y en los últimos 66 años, en Estados Unidos y en Israel. En EEUU es racismo contra negros, hispanos, chinos y todos los diferentes a ellos que “son” la gente bonita, y en Israel contra todo gentil. A pesar de la presencia de Simón Peres en la FIL de Guadalajara, la propia FIL, y todas las manifestaciones culturales son como el Base Ball: no se acaba hasta que se acaba, y así pasa en la Perla Tapatía, donde el escritor e intelectual israelí Grossman se ha pronunciado en contra del sistema racista israelí. David Grossman, novelista connotado nacido en Jerusalen en 1954, se presentó durante la apertura del salón literario en la 27 edición de la Feria del Libro de Guadalajara acompañado de su colega Mario Vargas Llosa y dijo que “los palestinos tienen derecho a vivir en paz, a no ser presa de una ocupación terrible como ha sido durante más de 66 años de los judíos, los que hasta la fecha no han dado muestra de entender que nuestra seguridad no depende de tener más territorio y de sobajar o extinguir a otro pueblo para garantizar nuestra existencia, y si, de respetar la pertenencia y la seguridad ajena, en Palestina y fuera de Palestina”. Esto nos recuerda, sin un ápice de exageración, al régimen nazi que intentó eliminar de la faz de la tierra todo vestigio judío. Si Alemania hubiese ganado la II Guerra Mundial, los judíos que aún sobrevivieran, andarían como ratas, o como los palestinos en su propia tierra, comiendo mal, viviendo peor  y a escondidas, para no ser víctimas de sus perseguidores racistas, los nazis, ente tan racista como el de los sionistas, con el agravante que la judería irrumpió en una tierra ajena aduciendo que es su heredad según Dios y la Biblia. ¡Patrañas! O, ¿usted qué opina apreciable lector?

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