lunes, 16 de febrero de 2015

COLUMNA



El Efecto Mariposa

Enrique Martínez y Morales
Si a principios del siglo pasado le hubiéramos dicho a un productor rural de Sudamérica que las ventas de su cosecha de sorgo dependían de las decisiones del gasto público de un gobierno asiático, seguramente nos hubiera tildado de locos.
Por aquellos tiempos las consecuencias de la globalización eran aún inciertas. El “Efecto Mariposa” es el término utilizado para referir al fenómeno de amplificación de una acción lejana y distante en el pasado, y proviene de un proverbio chino: “Un aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami del otro lado del mundo”.En 2004, Hollywood llevó este tema a la pantalla grande con un filme del mismo nombre, en el cual el protagonista podía volver al pasado mediante la lectura de su diario. Modificando decisiones en su niñez y juventud, aparentemente intrascendentes, podía cambiar radicalmente su destino.
La semana pasada el dólar alcanzó niveles no vistos en México desde el 2009. Los exportadores están de plácemes. Lo complicado es explicarle al pequeño industrial que sus insumos se encarecieron por culpa de la incertidumbre que genera en la zona del euro el endeudamiento irresponsable de Grecia.
La globalización une a la Humanidad, para bien o para mal. Los avances tecnológicos y las interconexiones digitales nos hermanan inexorablemente; pero hay algo más, una inteligencia superior (un Sincrodestino, en palabras de Deepak Chopra) que dirige a todos los seres vivos –cual cardumen-- hacia un mismo propósito y al final del día nos pone a cada quien en su lugar.
Nuestra economía cerró el 2014 con una balanza comercial alimentaria casi en equilibrio, después de un legendario y abultado déficit, y la inflación de enero por primera vez en la historia fue negativa. ¿Casualidad? Para nada, es el resultado de una estrategia bien definida, de acciones realizadas por la sociedad y gobierno en los últimos años, y de la interacción globalizada con otras naciones.
El Efecto Mariposa no es exclusivo de la economía. Funciona también en la política. Los adagios populares “el que a hierro mata, a hierro muere” y “cría cuervos y te sacarán los ojos” hacen referencia a las secuelas de una mala decisión tomada tiempo atrás.
Es, precisamente, el tiempo el demonio escondido. Tomamos decisiones temerarias y nos creemos invulnerables porque las consecuencias no son inmediatas. No todo es como meter la mano en el fuego.
El que siembra vientos cosecha tempestades, es cierto. Pero también lo es la experiencia del poeta Amado Nervo: “Cuando sembré rosales, coseché siempre rosas”.    emym@enriquemartinez.org.mx


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