lunes, 16 de febrero de 2015

COLUMNA




Taxímetros, reforma educativa y economistas
Rubén Olvera Marines

Los economistas saben cosas interesantes. Recientemente, al bajar de un taxi en Saltillo, me encontré con uno de ellos. Al detectar una sonrisa en mi rostro, me preguntó: “¿Qué tiene de divertido viajar en taxi?”. “Nada ―le dije―, sólo que en este traslado, apenas hace unos días pagaba $50.0; ahora, el nuevo taxímetro marcó sólo $30.0”. “Soy un usuario satisfecho”, subrayé. “No te ufanes”, expresó (me lo dijo con esa voz tan característica del gremio que de antemano sabes que señalará algo interesante).  Luego me advirtió: “Los taxistas han visto reducidos sus ingresos y te    aseguro que no pasará mucho tiempo para que le hagan ‘manita de puercoʹ a las autoridades municipales”. Me preocupó. Estaba realmente emocionado por las nuevas tarifas. Esos economistas, así son de aguafiestas. Tenía razón. Después del primer “día sin taxis” organizado por el gremio del volante y a pocos días de haber iniciado con el uso obligatorio de los taxímetros, el alcalde de Saltillo, Isidro López, ha anunciado que pedirá se autorice una tarifa nocturna mayor. ¿Ahí se detendrán los taxistas? ¿Hasta dónde les permitirá llegar el alcalde? La decisión de instalar taxímetros fue lo correcta. Ahora los usuarios pagamos justo por el servicio que recibimos, sin sorpresas, sin tarifas especiales, sin regateos. Estamos contentos. Los taxistas, en cambio, muestran su desacuerdo, dicen que ya “no sale”. Pero entonces, ¿por qué no protestaron antes, cuando se negociaban las nuevas tarifas? ¿Acaso sus líderes no les informaron? “Con las nuevas tarifas, los taxistas tienen cierto margen de negociación a favor ―de nuevo me advirtió el economista―, y se movilizarán hasta lograr su cometido. El alcalde, Isidro López, cederá hasta que los taxistas suspendan sus protestas, y se detendrá en el punto en el que perciba que los usuarios puedan organizarse y protestar, cosa que difícilmente sucederá”. “No te creo, los usuarios somos más”, señalé. ¡Qué difícil es entender a los académicos! Para girar la conversación, le pregunté su opinión sobre la reforma educativa. Me arrepiento. De nueva cuenta antepuso el artificio técnico. “Es un problema del ‘free riderʹ”, me dijo. ¿Qué? Luego expuso que el problema del “free rider” (polizón) se presenta cuando alguien intenta beneficiarse del esfuerzo o de los logros de otra persona, sin pagar los costos o asumir los riesgos. “Es lo que algunos gobernadores están haciendo”, apuntó. Se beneficiarán de la reforma educativa, limpiarán sus nóminas, contarán con un sistema profesional para asignar las nuevas plazas, se olvidarán de lidiar con los comisionados, se encontrarán con delegaciones sindicales débiles o inexistentes, evaluarán a sus maestros. Sin embargo, no están asumiendo su responsabilidad por haber inflado la nómina, por descuidar los centros educativos, por no haber capacitado y actualizado a sus maestros; tampoco están atendiendo las protestas, ni canalizando las inconformidades. Ante la apresurada medida de centralizar la nómina magisterial, algunos gobiernos estatales intentan trasladar los costos, políticos y económicos, al gobierno federal. A pesar de ser los responsables de prestar los servicios educativos y titulares de la relación laboral con los docentes, simple y llanamente viajan en el barco sin pagar el boleto.  Con los casos de Guerrero y Oaxaca, el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, estará valorando la decisión de la secretaría de Hacienda de centralizar la nómina y pagar en base al Censo Educativo realizado por el INEGI. En Guerrero, por ejemplo, no existe mayor culpable que el Gobierno Federal por la falta de pago a más de 12 mil maestros; créame, los propios padres y niños que han sufrido la falta de clases, voltean hacia Los Pinos al momento de buscar una respuesta.Y lo que sucede es que al final, si verdaderamente están frente agrupo, a los maestros se les tendrá que pagar. Ellos son los menos culpables. Pocos gobernadores, ni siquiera los priistas, están haciendo lo propio para impulsar la reforma educativa. Las anquilosadas estructuras educativas estatales, no parecen tener los incentivos para operar, desde el nivel local, las transformaciones. Presumirán los beneficios como si fueran propios, sin haber asumido los costos.  Ahora sí, creo entender al economista. Lo que hizo el Gobierno Federal al centralizar la nómina magisterial, fue establecer un “taxímetro docente”, para pagar sólo lo justo por los servicios de enseñanza. Intenta suprimir a los aviadores, comisionados, las dobles plazas, etcétera. Sin embargo, como en el caso de los taxistas en Saltillo, persiste un margen de negociación que las organizaciones magisteriales y algunos gobernadores están tratando de aprovechar. Por otra parte, algunos gobiernos estatales evitan el tema de la reforma educativa, pero eso sí, esperan los primeros resultados para presumirlos como propios. ¿Cuál será el primer gobernador que diga: ¡yo sí pago mi boleto!? Contacto: olveraruben@hotmail.com

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