El hombre y sus juegos del hambre
fidencio treviño maldonado
Primero
comer que ser cristiano: Refrán popular
Desde la noche de los
tiempos, desde que el hombre se descuelga de las ramas para caminar erguido y,
cuando ostentan el poder ha sido el deseo más grande este, poseer y mantener
este poder a como dé lugar, mientras en
el animal, el instinto es la dominación de su especie, el hombre señala sus
dominios con el materialismo, con la capacidad de capital, los animales marcan
su territorio con orines, olores, el terror y miedo que representa según su
especie. Las rebeliones se dan por hambre y no es raro que cuando se den por
terminadas estas guerras, pleitos y discusiones el hambre siga persistiendo en
los que paradójicamente participaron activamente en esas rebeliones, mientras
los hostigadores o líderes siguen navegando en abundancia y en formas en más de
las veces canallas para echar abajo el compromiso social prometido al pueblo. Cada vez que el hombre, al menos en México
hace promesas sobre la bondades que su dirigencia o mandato llevara a cabo, el
sistema se encarga de que los de abajo, siga en el submundo de los
sobrevivientes y aunque el hambre no mata, si quedan atrapados en esa tenebrosa
telaraña, así hace al ser vivo más débil, esto incluye la mente y rendirse ante
lo que muchos llaman el destino. El jugar con el hambre es parte de los
monopolios y sus magnates, es el entretenimiento que penetra a los hogares más
humildes y alcanza a los miserables. El jugar con el hambre de los niños, mujeres,
hombres y ancianos es la antropología de la pobreza llevada a extremos desde
tiempos ancestrales, el hambre es universal y, en el mundo no hay cosa más viva
que el hambre. El hombre nace de los clanes, vive de la recolección y caza,
llegan las tribus, los mandatos tribales como producto de esta escala súper tribal
que desarrolla la antigua civilización y como resultado la administración y el
derecho se hicieron más opresivos y
complejos, dando el florecimiento a las tecnologías y las artes. Una tecnología
que da pie a monopolios y no comprender
muchas de las veces a hombres y mujeres que juegan no sólo con la conciencia,
sino se torna peligroso para la humanidad,
al tener una población sometida a la vida urbana y complicaciones que
con ella conlleva, aprovechando la orfandad y sus sentimientos tan presentes en
estos tiempos canallas, incluyendo la caída de los valores, que de compartidos
son ahora incompartidos en la moderna sociedad, dividida esta por estatus y
modelos. Se viven tiempos desangelados entre el hambre y sus juegos que
incluyen la soledad, muchas sostenidas únicamente por el culto y la reverencia
a dioses de la pantalla luminosa. El juego del hambre es democrático, aparece
en todas las edades, mientras los ancianos de las pequeñas y grandes ciudades
recolectan basura y desperdicios, los niños sobreviven comiendo migajas,
mientras los jóvenes se juntan a tomar alcohol o drogarse, tal vez para ellos la
vida no tiene sentido, en otra parte de esas mismas urbes, miles de personas
recolectan dinero para comprar alimento balanceado para sus perros o mascotas,
incluyendo invitan a proteger a los animales callejeros, sin duda la comedia
humana en plena decadencia, más aun cuando se va a la iglesia en donde se
pregona el amor, dar agua al sediento y comida al hambriento o sea al prójimo. Caímos tal vez sin darnos cuenta
en la globalización feroz en donde los patrones son otros y nosotros sólo
simples instrumentos. En los oscuros callejones del submundo del hambre al
menos en este aun vasto país es un milagro que millones de hombres y mujeres no
renuncien a sus valores y costumbres cuando el salario no alcanza para dar de
comer a sus familias y no es raro que aun
con los rostros cansados, arrugados y tatuados con su pobreza y en esa misma ruindad sigan con
su fe caminando días y semanas para llegar a darle gracias a sus dioses por las
bondades recibidas. Este es sólo una pizca del juego del
hambre en donde la realidad es una novela surrealista de la vida cotidiana; comentarios y
sugerencias kinotre@hotmail.com
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