El SNTE y Torres Bodet en 1943
Wenceslao Vargas Márquez
El SNTE
nació hace 70 años por voluntad del gobierno de la república y en un marco de
estado de guerra internacional declarado desde año y medio atrás, mayo de 1942,
contra el eje Berlín-Roma-Tokio. EL presidente Ávila Camacho estaba urgido de
un relevo en el titular de la Secretaría de Educación Pública en el marco de la
política de Unidad Nacional y que tendría como primera y urgente actividad la
fundación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE,
sindicato hoy desdentado por voluntad del mismo gobierno de la república y del
mismo partido político. Recordemos cómo lo apuntó en su diario el hombre
elegido por el presidente para fundar el SNTE: Jaime Torres Bodet:
<
“Quisiera
hablar con usted”, me dijo. Luego, con su cortesía característica, me preguntó
si podría ir a verlo, antes de las doce. Eran las diez de la mañana (…) En el
automóvil que me condujo al Palacio Nacional, me pregunté varías veces: ¿qué
desearía don Manuel?
<< (…)
En lugar de iniciarla (la conversación) con el comentario de alguna de las
cuestiones confiadas a mi cuidado, don Manuel, sin exordio alguno, me interrogó
acerca de los problemas relativos al magisterio, y trató de indagar mi opinión
respecto a las dificultades surgidas entre sus “líderes” (comillas de Torres
Bodet, W) Optó, en seguida, por describirme cuántos contratiempos podrían
surgir si fracasaba el congreso de unificación que varios grupos magisteriales
iban a celebrar, a partir del 24 de ese mes, en el Palacio de Bellas Artes.
Según insistió en explicármelo, el licenciado Véjar Vázquez se hallaba
convaleciente de los resultados de una intervención quirúrgica, que pudo ser
grave, y su permanencia al frente de la secretaría de Educación plantearía
serios obstáculos al éxito del congreso
<< (…)
Acudí a todos los argumentos: la esterilidad de un cambio tardío, que parecería
una concesión a la extrema izquierda y disgustaría a los amigos de Véjar
Vázquez (…) Nada de cuanto dije lo persuadió. Sentí que su decisión había sido
madurada muy detenidamente y que –por escasas que fueran mis aptitudes- no
había encontrado a ningún otro candidato en quien pudiese depositar su confianza
de hombre. Esta consideración, a la postre, fue la que me venció. Después de un
último intento de resistencia acepté el encargo. Y, antes de despedirme, le
pregunté qué deseaba hacer en lo relativo a la inauguración del congreso
magisterial. “Prepare usted su discurso”, me dijo rápidamente. Y agregó:
“Iremos juntos a Bellas Artes. Usted tomará posesión el 24 por la mañana. Pero,
por la tarde, su mensaje a los maestros serán, en realidad, su presentación”.
Estas
palabras están tomadas del primer tomo (720 pp.) de las ‘Memorias’ de Torres
Bodet, quien añade: <>
Han pasado
70 años desde entonces, siete décadas desde que la revolución impulsó desde la
presidencia de la república la fundación del SNTE y creó en este sindicato
todas las características que tendrían en sus casi tres cuarto de siglo de
vida: la designación y/o validación de sus dirigencias por parte de
los gobiernos. Torres Bodet dice en sus Memorias (p.238) que Luis
Chávez Orozco, primer secretario general del SNTE, había sido subsecretario de
Educación. En 1943 un funcionario de la SEP se movió hacía el SNTE para
dirigirlo. Poco menos de 70 años después, un allegado al SNTE, Fernando
González Sánchez, fue a la subsecretaría para dirigir a la SEP desde allí. La
simbiosis fue por siete décadas permanente y elástica.
Pero el
idilio se rompió con la Ley General del Servicio Profesional Docente (2013) que
rompió el principal pacto que tuvo en todo momento el magisterio con los
gobiernos de la revolución: la garantía que por 70 años dio el Estado mexicano
al magisterio de permanecer en el empleo. Este es un derecho –un pleno derecho-
desaparecido ya y que es imposible negar o desmentir.
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