Riquelme y los riesgos del liderato
Por: Rubén Olvera Marines
Miguel Riquelme reproduce en Coahuila la misma estrategia que Enrique
Peña utilizó para ganar la Presidencia. ¿Qué (o quién) garantiza que esa
misma estrategia convertirá al alcalde de Torreón en el vigésimo cuarto
gobernador consecutivo emanado del PRI en Coahuila? Años antes que iniciara la
campaña presidencial, Peña convenció a la mayoría que sería el próximo
presidente. Su estrategia consistió en dibujar un escenario cuyo desenlace se
presumía inminente. Las encuestas le otorgaban una amplia ventaja. Bien o mal,
los medios hablaban de él. El propio Peña proyectaba esa imagen en sus
constantes giras e intervenciones en el interior del país. La Presidencia, una
consecuencia lógica (e inevitable) de la pericia mediática y del trabajo
preelectoral. ¿Encuentra usted similitudes con lo que hace Riquelme en
Coahuila? Le pido, amable lector, no perder de vista dos aspectos que pusieron
en riesgo las aspiraciones de Peña y que, en determinado momento, los
estrategas del lagunero deberán tomar en cuenta. En el proceso, y conforme se
acercaba la fecha de la elección, el desgaste restó a Peña un considerable
número de puntos en las preferencias, aunque no los suficientes como para poner
en riesgo la elección constitucional. En las internas, un discreto intento de Manlio
Fabio Beltrones para inscribirse en la contienda, pero Humberto Moreira
se encargó de apaciguar las aspiraciones del hoy presidente del PRI.
¿Qué con Miguel Riquelme? Al momento es el aspirante más visible rumbo a la gubernatura de 2017. No esconde sus aspiraciones, tampoco oculta sus actividades. Lo mismo se reúne con empresarios, que con líderes del sindicato magisterial. Un día visita Monclova y el otro recibe en Torreón a diputados y alcaldes. La mayoría de los medios y columnistas, o le lanzan dardos o lo rosan con flores, pero al igual que la estrategia peñista, la mayoría hablan de él.
Se entiende que a la dirigencia estatal del PRI, en apariencia imparcial, no le incomoda el activismo de Riquelme ― que en realidad no es el único, el grupo de aspirantes inquietos ya ronda la cuarteta―. Y más importante, el alcalde de Torreón presume contar con la venia del priista mejor encumbrado del estado.
¿Atestiguamos un “destape” prematuro? Todo indica que sí. El alcalde de Torreón aspira, desde ya, a tomar la mayor ventaja posible sobre sus eventuales contrincantes. Llegado el momento, espera que no exista impedimento para que el PRI lo elija como su candidato en 2017. Usted y yo podemos discrepar respecto a si Riquelme lleva o no la delantera, pero en lo que tengo la seguridad estamos de acuerdo es en el hecho de que el intenso activismo y la constante visibilidad pública, desgastan. ¿Podrán los estrategas del aspirante contener los dardos (cargados aún con poco veneno) que han comenzado a lanzar sus adversarios políticos, columnistas y empresarios laguneros? Por otra parte, la estrategia de adelantarse a los tiempos del presidente Peña funcionó, a pesar de su consistente desgaste, en parte porque al interior de su partido no encontró rival que se le opusiera. En Coahuila, el escenario se perfila distinto. Al menos dos aspirantes más, comienzan a tocar fuerte la puerta. ¿Cuál es la urgencia por los “destapes” prematuros? ¿Por qué en un estado con una estructura territorial priista perfectamente aceitada de pronto se ve en la necesidad de adelantar los tiempos de la sucesión? El encanto político tiene un pico, luego viene el desgaste, a menos que…
En la Formula 1, allá por 2002 en Australia, sucedió un hecho interesante. Rubens Barrichello lideró durante toda la carrera, “desgastó llanta”, al final, por “instrucciones” de su escudería, rodó muy lento para cederle el paso a su compañero y número uno del equipo, Michael Schumacher, quien, gracias al desgaste de su coequipero, terminó ganando la carrera y se adjudicó el campeonato ese año. olveraruben@hotmail.com
¿Qué con Miguel Riquelme? Al momento es el aspirante más visible rumbo a la gubernatura de 2017. No esconde sus aspiraciones, tampoco oculta sus actividades. Lo mismo se reúne con empresarios, que con líderes del sindicato magisterial. Un día visita Monclova y el otro recibe en Torreón a diputados y alcaldes. La mayoría de los medios y columnistas, o le lanzan dardos o lo rosan con flores, pero al igual que la estrategia peñista, la mayoría hablan de él.
Se entiende que a la dirigencia estatal del PRI, en apariencia imparcial, no le incomoda el activismo de Riquelme ― que en realidad no es el único, el grupo de aspirantes inquietos ya ronda la cuarteta―. Y más importante, el alcalde de Torreón presume contar con la venia del priista mejor encumbrado del estado.
¿Atestiguamos un “destape” prematuro? Todo indica que sí. El alcalde de Torreón aspira, desde ya, a tomar la mayor ventaja posible sobre sus eventuales contrincantes. Llegado el momento, espera que no exista impedimento para que el PRI lo elija como su candidato en 2017. Usted y yo podemos discrepar respecto a si Riquelme lleva o no la delantera, pero en lo que tengo la seguridad estamos de acuerdo es en el hecho de que el intenso activismo y la constante visibilidad pública, desgastan. ¿Podrán los estrategas del aspirante contener los dardos (cargados aún con poco veneno) que han comenzado a lanzar sus adversarios políticos, columnistas y empresarios laguneros? Por otra parte, la estrategia de adelantarse a los tiempos del presidente Peña funcionó, a pesar de su consistente desgaste, en parte porque al interior de su partido no encontró rival que se le opusiera. En Coahuila, el escenario se perfila distinto. Al menos dos aspirantes más, comienzan a tocar fuerte la puerta. ¿Cuál es la urgencia por los “destapes” prematuros? ¿Por qué en un estado con una estructura territorial priista perfectamente aceitada de pronto se ve en la necesidad de adelantar los tiempos de la sucesión? El encanto político tiene un pico, luego viene el desgaste, a menos que…
En la Formula 1, allá por 2002 en Australia, sucedió un hecho interesante. Rubens Barrichello lideró durante toda la carrera, “desgastó llanta”, al final, por “instrucciones” de su escudería, rodó muy lento para cederle el paso a su compañero y número uno del equipo, Michael Schumacher, quien, gracias al desgaste de su coequipero, terminó ganando la carrera y se adjudicó el campeonato ese año. olveraruben@hotmail.com
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