domingo, 27 de septiembre de 2015

LERDO



Lerdo eterna juventud

Por Javier López Medina
En Lerdo el tiempo se detiene y la juventud se vuelve eterna.
Lerdo es una ciudad de 150,000 habitantes, le dicen la bella Ciudad Jardín; se le conoce así porque hay muchos árboles y es la ciudad más fresca de toda la región. Es un lugar muy bonito, con un casco urbano pequeño, que inicia en la calle Chihuahua y termina en la Calle Gómez Palacio, y del Blvd. Guadalupe Victoria hasta el “canalito”, tiene muchas fachadas antiguas, un ritmo de vida suave. 
 En la parte rural, tiene “tres brazos”, el que va de Dolores (La Borrega) hasta el ejido la Mina; el que va de la comunidad de los Ángeles hasta Graseros; y el que va del Huarache hasta Monterreycito. Todos tienen su encanto. La ciudad tiene su propio ritmo de vida, su gente tiene una visión propia del tiempo, y aun es un lugar “donde todos se conocen”. Su gente bonita, noble, sencilla, inteligente y franca. Ahí desembarque una década de mi existencia, viví días felices; la gente me enseñó muchas cosas para poder navegar en las turbulencias de la vida. De vez en cuando voy y me doy cuenta de que el tiempo no pasa, muchas personas que conocí en una estación de mi vida, están iguales o casi iguales al último día en que las vi. Cuando camino por la plaza principal, la que está frente a la Presidencia municipal, me voy encontrando viejos amigos, de un tiempo pasado. Me he encontrado a Tacho el bolero de la plaza. 

A “Karina la Ibérica”, que trabajaba en el mercado Municipal Donato Guerra. A Nando el del menudo; a Polo el Arquitecto; a Juana, y a Petra, de la Colonia Roberto Fierro; a Celina Contreras, de las Piedras; a Rigo, el de las tostadas de ceviche; a Misael, que también tiene un negocio de mariscos. A los hijos de “Chamoy” el de los tacos de barbacoa; a Morillón un personaje de la ciudad; a Sergio Reyes Pérez, la “Choyita”. Al Güero de los Tortillones. Al Señor que todo el tiempo anda en la plaza vendiendo semillas y dulces de eucalipto, entre broma y broma. Y de vista, he visto mucha gente que me impresiona el tiempo no pase por ellos. Me impresiona verlos igualitos, tan igualitos que los conozco al instante, sin la menor duda de que “ellos, son ellos”. Siempre por los mismos lugares, las mismas rutas, la misma tranquilidad y con el mismo encanto; al verme me saludan como si casi dos décadas de distancia fueran tan dos minutos de no habernos vistos. Me abraza la felicidad, y me río. Cuando me encontré a Juana la de la Colonia Roberto Fierro me dijo: “Javier que gusto verte, el otro día estaba platicando con mi mama y nos acordamos de ti. Me dijo, si lo vez me lo saludas”.  

Me atrapó su comentario. Juana y yo teníamos años de no vernos y su mama, quizás la última vez que nos saludamos fue hace dos décadas fuera de su casa, ella llevaba un mandil azul a cuadros, su cabello recogido y su sonrisa de siempre. Eso me encanta. Se agradece carguen conmigo en su memoria, como si fuera ayer.   La Ciudad Jardín tiene su propia historia, su propia raíz, y sus propios orgullos; es única, como única es la ciudad de Gómez Palacio y única es la ciudad de Torreón. Ciudad Jardín, es la ciudad de la eterna juventud; y si no hay vida eterna, cuando menos deseo larga vida para sus habitantes.
jalome65@yahoo.com.mx

No hay comentarios: