Feliz Navidad…
rocío arenas
Diciembre otra vez, y en vez de sentir esa tranquilidad, esa felicidad interna por la cercanía de la Navidad y lo que representa, desde que empiezo a escuchar esas cancioncitas por doquier, esos llamados “jingles” y veo a esos hombres con vestido rojo, con sus barbas blancas, estómagos abultados y sus jo-jo-jós me empiezo a sentir nerviosa y angustiada solo de pensar en lo que me espera en este mes y créanme, será todo menos tranquilidad. Nos empiezan a atormentar, nada más se acaba el “jalouin”, con comerciales de juguetes y toda clase de artículos, nos presionan por todos los medios de comunicación. Compre, compre, compre, regale, regale, regale, no importa a quien, usted compre y regale y…gaste, gaste y gaste. Desde luego, cada año me digo a mi misma que no me volverá suceder, que el siguiente será diferente, que mis compras las haré en octubre o noviembre; pero es por demás, agitada que es la temporada y desorientada que soy yo, siempre llega diciembre y no tengo nada, así que a empezar mis excursiones a las tiendas para comprar todas las cosas que se adquieren este mes. Una de las primeras cosas que hay que comprar es el árbol que cuesta entre 500 y 750 pesos y hay que escogerlo entre los menos feos, así empieza la odisea. No sé por qué (se han dado cuenta?) siempre hay que comprar series de foquitos, conexiones y extensiones, que se supone ya teníamos pero nuestro descuido los pierde. También hay que adquirir, musgo, heno, escarcha, gobernadora, etc, etc. Llegamos a la casa y empezamos a adornar el dichoso arbolito. Por lo general siempre encontramos ayudantes, algunos con no muy buena cara, pero no hay problema, si aún hay niños en casa les gustará hacerlo; ahora que para quitarlo, si usted no lo hace o se pone bastante enérgica, llegará la primavera, y el árbol ahí tan serio. Pero díganme ustedes queridos lectores ¿qué necesidad tenemos de hacer tanto gasto y armar tanto argüende, si lo que se celebra realmente ya todos (o casi todos para no ser injusta lo han olvidado? ¡Que horror! No se como pero todo lo echamos a perder. Aún las cosas más bellas. Sinceramente, entre todos los enojos, las prisas, los gastos, los apretones, las malas caras de las dependientas, ¿ustedes realmente se acuerdan que todo esto es para celebrar el nacimiento de Jesús? Jesús que fue amor, humildad, ternura, pobreza. Jesús que nos pidió amarnos, solo eso, amarnos; nunca dijo que nos regaláramos o demostráramos nuestro amor con regalos que nos sacaría de nuestro presupuesto. Y lo que es peor ya ni con amor los obsequiamos; se ha vuelto una obligación y muchas veces ni nuestros bolsillos ni nuestros sentimientos están de acuerdo con regalar, y como todo está bien caro compramos solo para salir del paso y como es lógico, en su mayoría esos regalos van a parar a un clóset. Es como si echáramos el dinero a la basura, hay que comprar cuando se tiene y lo que se debe. Me gustaría preguntarle a esas personas que se las dan de muy cristianas y de muy generosas, si han llevado alguna canasta con comestibles propios de estas fechas a una casa muy, pero muy pobre. Otra de las cosas es el tráfico, en temporada normal es casi imposible, ahora en estas fiestas es la locura. Si la atención en las tiendas no es de lo mejor, en este mes es imposible. Yo no se si la gente de la Laguna es la más gastadora, o es que ya somos tantos que las tiendas lucen repletas. Tal vez la gente prefiera gastar hoy un dinero que mañana valdrá menos. Y llegamos al 24, corriendo, nerviosas, gastando, agotadas a preparar la cena de Navidad. Con un poco de suerte y mucho trabajo todo saldrá bien. Los tamales no saldrán pintos, el pavo quedará en su punto, ni medio crudo ni deshaciéndose; desde luego, que las criticas no faltarán, pero no se fije, es una noche feliz y hay que disfrutarla con la familia. Preparémonos para la Navidad y pensemos un poco que esta fecha que vamos a celebrar. Es de amor y de paz, que los regalos materiales no son tan importantes, que la comprensión y el cariño que podemos dar significa mucho para los que amamos y sobre todo para nosotros mismos, ya que no hay satisfacción más grande que haber puesto todo lo que esta de nuestra parte, tratando de hacer felices a los que nos rodean, perdonando sus errores, que también nosotros tenemos los nuestros ¡Pero que difícil es!
Feliz Navidad queridos lectores.
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