jueves, 10 de diciembre de 2009

LA TAREA
Hola que tal, es posible que alguno de ustedes, cuando lean este texto, sepa quien soy sin tener que ir de inmediato al final de la colaboración en donde esta el nombre del que esto escribe; es común sobre todo cuando leemos libros y si son gordos más, que primero veamos la tapa del final en donde esta el epílogo, después el prólogo y al final el contenido
que es en donde esta el entramado de la idea; siempre estamos tratando de ganarle tiempo al tiempo y lo importante es que por más que hagamos, siempre estaremos un paso atrás de el.Por lógica se preguntarán ¿por que siempre hacemos cuestionamientos lógicos o no? ¿Y este aprendiz de escribano de donde salió?, dejen les platico: dice el dicho popular que todo hombre en su andar por este mundo, tiene que realizar, entre otras cosas, tres tareas: tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. La primera, siempre con la ayuda de una gran mujer que esté a nuestro lado, no detrás; la segunda en bien de la ecología y de las futuras generaciones; pero en donde si “patinamos” es en la tercera tarea, porque escribir es un arte y se tarda uno mucho en aprender, no es cualquier cosa. Por lo tanto pretendo, si es que logro el favor de su atención, ser un colaborador continuo de este medio de información que está dedicado preferentemente a las cuestiones político-educativas, sin embargo, nunca está por demás que de vez en cuando distraigamos nuestra atención en cosas “menos profundas”, pero no por ello menos importantes.Como un suspiro, hondo y profundo, se fue otro año y estamos por iniciar el último de la primera década del Siglo XXI, ¿se dieron cuenta que el tiempo pasa y no lo podemos alcanzar? Que los hijos crecen, se hacen viejos y nosotros seguimos o queremos seguir igual, por esas cosas de la nostalgia. Seguramente al final del año pasado, como también en este lo harás, una tarde de diciembre en la comodidad de tu casa, con un café humeante o cualquier otra bebida espirituosa, muy común para estos días, como mudo testigo de tus pensamientos e inquietudes, te sentarás a escribir tu “lista de buenos propósitos” para el año venidero y que una vez más, igualito que la lista que con tanto esmero hiciste el año anterior, tampoco cumplirás.¿Qué tan importante es en nuestra vida esta tarea, que a fuerza de no cumplirla se vuelve casi necedad?. Va el ejemplo: voy a bajar de peso, ahora sí dejo de fumar, voy a hacer nuevos amigos, en mi trabajo seré el mejor, voy a dar mejor servicio, para que también yo lo reciba, etc., etc., eso decimos los adultos y nos quedamos casi siempre en el “VOY”. Los niños no se quedan atrás: me voy a portar mejor, tendré mejores calificaciones, seré el primero de la clase, ya no romperé los pantalones, voy a ayudar en las tareas de casa, etc., etc., y así podemos enumerar un sin fin de buenos propósitos; pero lo real, es que con la primera luz del nuevo año, todas nuestras buenas intenciones se quedan en eso, en intenciones. En el mejor de los casos, cumplimos una pequeña parte de la lista, para no sentirnos mal o para que no digan que no tenemos fuerza de voluntad, pero por lo regular y casi siempre son los propósitos menos importantes.Fuera de plantearnos buenos propósitos para los nuevos y difíciles tiempos, lo que verdaderamente importa es que cada uno de nosotros vivamos cada día como si fuera el último de nuestra vida, a las personas darles la importancia y el trato humano que se merecen; las cosas y las acciones hacerlas con todo gusto, entrega y pasión, para que cuando llegue nuestro final, nuestro verdadero fin de año, esa fiesta a la que estamos todos invitados, pero de la que no queremos participar y mucho menos, ser los primeros en llegar, no llevemos a cuestas un pesado equipaje cargado de dudas, remordimientos e insatisfacciones y podamos decir sin más, con la frente en alto y la sonrisa en los labios: DEBER CUMPLIDO.En un ameno cónclave, un erudito planteó esta reflección: Las acciones son justas o correctas, no siempre las dos a la vez; ¿qué es lo justo?, preguntaron a coro los oyentes y el sabio respondió con solemnidad: ¡Tener todo aquello por lo que se ha luchado en la vida…! ¿y que es lo correcto?, casi con un grito el sabio contesto: ¡Lograrlo!, sin lastimar a un tercero y menos a un ser querido.Es por eso que debemos valorarnos y amarnos a nosotros mismos, esa es la premisa; para que en esa misma medida, podamos valorar y dar amor a los demás.Felices fiestas de Guadalupe - Reyes, que el nuevo año traiga la luz que ilumine nuestros caminos y que el Todo Poderoso nos permita, sentarnos otra vez, a escribir nuestra lista de “Buenos Propósitos para el Año Nuevo”.
Armando R. Lescieur Talavera.
Diciembre de 2009

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