domingo, 27 de marzo de 2016

A LA BÁSCULA

A LA BÁSCULA
No, no es un mito
Julián Parra Ibarra
Hace una década, tuve la oportunidad de entrevistar a dos brillantes científicos aunque con algunas visiones en campos de gran importancia, totalmente encontrados, confrontados. Ambos, ganadores del Premio Nobel de Química: Uno de ellos, el norteamericano, Kary Mullis quien lo obtuvo en 1993; el otro, el mexicano Mario Molina, quien lo recibió en 1995. 


El primero, quien se hizo acreedor al reconocimiento por el descubrimiento de la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), consideraba que el asunto del calentamiento global era un mito, que no era realidad, y que simplemente los fenómenos climáticos, eran producto de los ciclos de la vida en el planeta. Consideraba que eran cíclicos tanto los periodos de sequía como los de intensa lluvia. Mientras tanto el mexicano, quien ganó el Nobel justamente por su descubrimiento del agujero en la capa de ozono por el efecto de los gases de tipo invernadero, consideraba necias las palabras de su colega norteamericano, y hasta mostraba molestia ante las preguntas de su opinión en torno a las de Mullis. 


El paso del tiempo ha terminado por darle la razón al mexicano, porque el cambio climático como consecuencia del calentamiento global, cada vez se nos muestra de una manera más clara, e incluso podríamos decir que hasta más violenta. El planeta pacientemente ha venido soportando el mal trato que le hemos dado los humanos, pero de un tiempo a la fecha comenzó a dar muestras de su molestia, y empezó a protestar. Primero de una manera sutil, pero al cabo  sus manifestaciones han ido subiendo de intensidad. En el más reciente cambio de las dos anteriores estaciones, aunque sin comprender lo que científicamente ello significa, muchos registramos un par de hechos: que el invierno entró tarde, y que la bienvenida a la primavera lo tuvimos que hacer con chimeneas y calentones encendidos, y con chamarras, suéteres y cobertores encima para cubrirnos del frío. Hay fenómenos que la mayoría los percibimos como anecdóticos o hechos curiosos, como la gradual desaparición de las colonias de abejas. Concretamente en La Laguna, la producción de miel de abeja se ha desplomado, y los apicultores lanzan alarmantes llamados de ayuda, pero pareciera que están gritando en medio del desierto. Y pareciera que el hecho carece de la mínima importancia, aunque es verdaderamente preocupante y hasta alarmante. Debiera preocuparnos a todos. La mariposa Monarca, que viaja cientos, miles de kilómetros desde el norte para refugiarse en nuestro país del intenso frío en la parte norte del continente, este año recibió un severo golpe: Cuando se suponía que estaba por llegar la primavera con un clima cálido y agradable para empezar su retorno, una atípica nevada cayó en su santuario michoacano, así como en varias partes del país. En días recientes, el doctor José Manuel Vázquez Navarro, investigador de la Facultad de Agricultura y Zootecnia de la UJED, alertó sobre la preocupante desaparición de colonias completas de abejas y mariposas, los principales polinizadores de las plantas. Especialistas a nivel mundial nos advierten también sobre el ritmo de calentamiento  del planeta, solamente equiparable al que ocurrió hace más de 66 millones de años, pero muchos siguen pensando que es un mito. 
Sin embargo la naturaleza con más frecuencia y furia, nos enseña que este es un asunto muy delicado para toda la humanidad. Cada vez, los fenómenos naturales son más violentos, los sismos, los huracanes, las lluvias, las inundaciones, las sequías. Por ello, cada quién desde el ámbito de su competencia, deberíamos aportar nuestro granito de arena ya ni siquiera para revertir los daños, porque estos ya están hechos, pero al menos para tratar de frenar un poco el cambio climático, provocado por el calentamiento global. 
laotraplana@gmail.com
@JulianParraIba

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